Hay un talento que sigue sin verse o, más bien, sin querer valorarse. Es el de las mujeres que, a pesar de ser el 52 % de la población mundial —en España contamos con 24.785.363 millones según el Instituto Nacional de Estadística—, aún no pueden ejercer su verdadera libertad porque, como decía la escritora Virginia Woolf, “han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, al doble de su tamaño natural”.
Esa invisibilidad histórica la han roto ellas luchando contra viento y marea; dibujando el poder sobre sí mismas y llegando a todos los lugares donde ni estaban ni se las esperaba. La estadística de la desigualdad, de los suelos pegajosos, de los techos de cristal se ha resquebrajado a pedazos gracias a su acción.
Por eso, no hay mejor política ni reacción a su esfuerzo constante que la de reconocerlas e impulsarlas con cuotas que den la vuelta a su infrarrepresentación y medidas que amplifiquen su valía.
Esta segunda edición de la Guía que ahora tienes en tus manos es un gran ejemplo de ello. Es un acto de justicia. Un ejercicio necesario que, al subrayar negro sobre blanco, no solo muestra el enorme talento que sale en ella, sino el que, por su efecto de contagio, está por venir. Las niñas de hoy podrán ver en estas referentes a las mujeres de mañana en las que poder convertirse.
Apoyar sus páginas y a sus protagonistas es remendar una brecha que nunca debió abrirse. Es cambiar la historia en minúscula para hacer Historia en mayúscula. Y es que, según el Banco Mundial, si bien según las leyes vigentes las mujeres, en teoría, gozan de aproximadamente dos tercios de los derechos de los hombres, los países han establecido, en promedio, menos del 40 % de los sistemas necesarios para su aplicación plena. Por ejemplo, 98 economías han promulgado leyes que exigen que las mujeres reciban igual remuneración por trabajo de igual valor. No obstante, solo en 35 de ellas —menos de una de cada cinco— se han adoptado medidas de transparencia o mecanismos de cumplimiento para abordar la brecha salarial. Si se cerrara esta brecha, el producto interno bruto mundial podría aumentar más del 20 % —es decir, básicamente se duplicaría la tasa de crecimiento mundial en la próxima década.
Por eso es tan necesario focalizar y llevar a cabo acciones que sirvan de espejo para que en un futuro lo más cercano posible crezca la presencia de mujeres en áreas STEM, especialmente en TIC y matemáticas, ámbitos sobre los que pivotan los perfiles profesionales del mañana y con gran demanda de profesionales de alta cualificación.
El trabajo tecnológico crece el doble que la media, con casi medio millón de puestos en diez años (Mapa de Empleo Tecnológico en España 2024). Y aun así quedan vacantes unos 120.000 solo en el sector IT, según la Asociación Española para la Digitalización (DigitalES). Esa mayor presencia de mujeres redunda en el beneficio para la sociedad y permite que estas ocupen el espacio que hasta ahora se les ha negado.
El Gobierno de España, y ENISA como parte de este, tenemos muy claro que el futuro se escribe con las mujeres. Por esta razón, lo trazamos en presente y apoyamos en gerundio una parte esencial para el desarrollo de referentes, como es la financiación de los sueños de las emprendedoras que quieren poner en marcha o expandir su negocio.
Y es que, aunque en la brecha entre sexos ya no hay diferencia a la hora de emprender —así lo dibuja el último Informe GEM—, las emprendedoras siguen teniendo más dificultad a la hora de encontrar fondos para la inversión promedio de 67.279 euros que requieren. Por este motivo, en Enisa, les ofrecemos una financiación pensada para ellas, a través de la línea Emprendedoras Digitales que, en este mes de mayo, ya ha aprobado 223 préstamos por un total de más de 35 millones de euros invertidos. En este sentido, la iniciativa no ha podido tener mejor acogida.
Ahora “solo” queda pisar el acelerador para que, en su cuenta de haberes, además del dinero, haya algo igual o más importante que el aspecto puramente monetario. Y es acompañarlas a soltar el miedo al fracaso. Se han de despojar del mensaje histórico con el que han vivido y viven: el de “no valer nada” para impregnarse de que “lo valen todo”. Este es el principal obstáculo que tienen para emprender y desarrollarse, como el de pensar que, para alcanzar metas en todas las áreas de su vida, han de abarcar toda clase de conocimientos y llegar a todas partes, aunque sea a costa de ellas mismas.
Así que sí, bienvenidas todas las publicaciones, todas las conferencias, todas las medidas que hagan brillar a las referentes para que las niñas —y también los niños— vean en ellas que aprendimos la lección. Que la historia de cada una de las mujeres que aquí está hable en voz alta y sin las cadenas impuestas ni el destino marcado por nada ni por nadie.
Borja Cabezón
Consejero delegado de ENISA (Empresa Nacional de Innovación)